Por Juan Antonio Sagardo y Bengoechea.
Los europeos tenemos que plantearnos si lo que el corazón nos pide estamos dispuestos a pagarlo con nuestros impuestos (que es lo que dicta la cabeza). El pietismo y la racionalidad económica deben ir unidos, puesto que lo primero sólo, es clara demagogia. Comprensible y respetable, pero demagogia al fin y al cabo.